L'amor che move il sole e l'altre stelle.
El amor ha cobrado atención desde los comienzos de la humanidad, ha sido importante tópico para los artistas y tergiversado de todas las formas en las que cada humano haya sentido o creído sentir amor.
Y cómo no, si los sentimientos románticos son tan símiles a estados de recompensa, deseo, adicción y de euforia.
Aún cuando el estudio del amor ha sido campo de extenso estudio para psicólogos, desde una perspectiva evolutiva, las emociones románticas se requieren para sobrevivir y reproducirnos. De esta manera, estas emociones cambian las estrategias comportamentales de cada individuo para conseguir sus metas.
Descubrimientos en las áreas de neurociencia han provisto información acerca de las áreas específicas y circuitos neurales implicados en la génesis del amor.
El amor es una emoción que puede ser explicada mediante el estudio de la actividad cerebral y comprensión de correlatos neurales de distintos "amores". Una definición acertada pero que queda lejos de poder encontrar una definición universal, simplemente porque no existen estilos universales de amor, aunque el sentimiento, lo sea.
En la búsqueda de la neurobiología del amor, los científicos se han infiltrado en la literatura universal que trata de tópicos románticos, dado que es esta es producto de distintos cerebros que lo han plasmado en texto. Entre tantos intentos también se ha logrado compenetrar un tanto más mediante estudios de neuroimagen (fMRI, PET), que además de cuestiones subjetivas tienen la capacidad de dar una medición semicuantitativa de neurotransmisores y respuestas del sistema neuroendocrino.
De tal manera que ciertos factores se identifican en el apego y amor romático como: oxitocina, vasopresina, serotonina, cortisol y otras hormonas, factor de crecimiento nervioso y testosterona. El sistema de recompensa interactúa con otras hormonas (gr., oxitocina y vasopresina), haciendo del amor una experiencia estimulante.
Las áreas principalmente implicadas en la experiencia son núcleo accumbens, área tegmental ventral, núcleo hipotalámico paraventricular y corteza prefrontal.
Este sistema de recompensa se activa cada que el cerebro obtiene algo placentero: buenas calificaciones, buenas sensaciones a consecuencia de ingesta de una droga y sí, también cuando estás enamorado. Aragona, en el 2003, propuso en su estudio que la sobrerregulación de estos sucesos químicos es decir, si tienes dopamina, oxitocina y vasopresina al tope no tendrías por qué buscar otra pareja con la cual compartir tus genes.
Otra sustancia implicada en el amor y apego es, serotonina. Es común encontrar niveles disminuidos de este neurotransmisor en etapas iniciales de enamoramiento, esto coincide con lo que ocurre en trastorno obsesivo-compulsivo, problemas de ansiedad y depresión. Así, el amor romántico comparte ciertos síntomas de los trastornos previamente mencionados: síntomas de ansiedad, estrés y pensamientos intrusivos (como cuando imaginas los peores escenarios en caso de que tu pareja no conteste inmediatamente el teléfono en lugar de cuestiones más racionales como que se descargó la batería, etcétera.)
La oxitocina tiene un papel importante en el vínculo de pareja y amor. Mediante su interacción con sistemas dopaminérgicos forma lazos entre contrapartes además de que es la sustancia por la que se buscará reciprocidad. Algunos estudios sugieren que después de la administración de oxitocina en hombres con pareja estable, encontraban que si bien podían claramente discernir la belleza en otras mujeres, la preferencia siempre fue hacia sus parejas.
La administración de esta neurohormona en mujeres, promovía un contexto de socialización positivo esto es, que los hombres podrían abordar con mayor rango de éxito a aquellas féminas que recibieron la hormona.
Por otro lado, se considera a vasopresina como responsable para delimitar territorio (o "cuidar rancho", como decimos en mi pueblo). Vasopresina junto con oxitocina facilitan la elección de la persona con la que hemos de aparearnos y la institución de nexos.
Cabe mencionar que estos neuropéptidos poseen efectos contrarios en la amígdala. Vasopresina incrementa miedo y respuesta ante estímulos de estrés y oxitocina tiene efectos reductores de estrés y ansiolíticos. Por ende, la ciencia nos revela de manera contundente que el amor es una condición caótica y contradictoria en cuestión de sensaciones.
Entre químicos que se corroboran con estudios de resonancia magnética funcional y de metabolismo cerebral, se ha procurado abordar cuestiones de amor desde diferentes perspectivas, quizás ninguna errónea pero por demás está mencionar que tal vez ninguna teoría sea 100% certera, puesto que universos distintos se alojan en cada uno de nuestros cráneos. Cada uno de nosotros, hemos experimentado al amor desde formas gratas o fatídicas. Finalmente cada experiencia debería ser enriquecedora y hacernos, mejores (e idealmente felices) seres humanos.